miércoles, 12 de marzo de 2014

El reto de los 50 libros


Una obsesión recurrente en mi vida es la lectura. No la de libros técnicos (que es obligatoria por mi trabajo), sino la que se asocia con el ocio y el esparcimiento placentero. Ese tipo de lectura que acometemos porque estamos enganchados a una historia, o porque sentimos que, línea a línea, nos llena el espíritu o nos marca de alguna manera. Y también esa otra que, sencillamente, nos hace pasar un rato agradable y sin pretensiones.

Siempre tengo algún libro entre manos, pero no soy constante en el ritmo. A veces me paso meses con uno porque casi no le dedico tiempo. Pero de vez en cuando me agarra el ataque obsesivo y parece que me bebiera las novelas, una tras otra, en una carrera enloquecida. En esas ocasiones también participo de modo muy activo en foros de lectura. He llegado a fijar plazos a un montón de gente que no conozco para la lectura conjunta de algún tocho, y los pobres incautos me han hecho caso sin saber que a mitad de la planificación esa chica tan implicada desaparecía pues la obsesión se había esfumado. Y he organizado estanterías virtuales que más tarde abandoné, justo cuando mis "vecinos" empezaban a interactuar conmigo y se han quedado mandando mensajes al vacío.
El caso es que ahora mismo estoy en plena efervescencia otra vez, por culpa de un reto absurdo con el que me choqué en internet: leer 50 libros al año. Es absurdo, sí, pero estimulante, y me ha hecho retomar la estantería virtual para el recuento. 
No creo que llegue, porque las obsesiones nunca me duran un año entero, lo que significa que en unos meses habré bajado el ritmo y seguro que para diciembre ni me acordaré de este reto y volveré a la lectura apacible. 
Pero por ahora estoy disfrutando de mi obsesión, que es de lo que se trata...