Es la tercera vez que voy a México, y hasta ahora huía de los picantes. Aprendí que hay una tabla de equivalencias no escrita según la cual, cuando le preguntas a un mexicano si una comida pica y dice que no, pica, y si dice que sí, entonces es que es de lágrima.
Pero se ve que a la tercera va la vencida, porque en esta última ocasión no solo toleré bien los picantes sino que me gustaron, y terminé entregándome a ellos, cómo no, en plan obsesivo. En una semana, mi evolución fue la siguiente: primero sin salsas, después con salsa aparte, y finalmente bañando mi comida en ella.
En fin, aquí algunos momentos de agradable turismo gastronómico.
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Caña de azúcar. Se mastica hasta extraerle el juguito dulce |
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Tacos "hawaiana" (porque también llevan piña) |
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Torta de pierna |
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