Hay que obsesionarse con las cosas; vivirlas con la máxima intensidad. Nada de tibiezas, nada de aburridos equilibrios.
Eso sí, de modo sucesivo, porque la intensidad simultánea agota.
domingo, 7 de abril de 2013
Escribiendo de oído
Lo peor: esto es en la cafetería de una Universidad
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