Observo con fascinación cómo la gente decora sus autos.
No me parece mal, dado que se pasan muchas horas en su interior, aunque personalmente me gustan más los coches que conservan su carácter instrumental y austero, los que se resisten a pasar por la indignidad del tuneo doméstico.
En esto, como en todo, ha habido modas: dejando de lado las tendencias de colectivero (dados de peluche, estampitas en el parasol, asiento de bolas o camisetas a modo de fundas grunge), todo comenzó con el pino aromatizador que se colgaba del espejo retrovisor, siempre que no estuviera ya ocupado el espacio por un rosario. Poco a poco, estos adornos fueron sustituidos por las cintas deportivas o patrióticas, y para quienes aún quieran aromatizar su automóvil hay unas mini botellitas de ambientador muy monas también para colgar, renegando así de su clásica posición en la salida del aire acondicionado.
El interiorismo hizo furor con las cajas de pañuelos de papel, que en un principio yo creí destinadas a atender imponderables infantiles, pero me quedé muerta cuando las vi también en coches de solteros y sin compromiso. Imagino que serían grandes moqueadores...
Me hizo gracia, al principio, la instalación de perritos afirmativos (esos cuya cabeza basculaba al ritmo de los movimientos del coche). Cuando en un semáforo veía uno en el tablero de otro coche, me quedaba como hipnotizada mirando cómo su cabecita iba poco a poco calmándose del frenazo.
Estos perritos fueron sustituidos por sus primos inmóviles, los de peluche, que se acomodaron en los tableros traseros como podrían haber estado en la estantería de una habitación. También pensé al principio que era cosa de autos con niños... pero no. Incluso algunos conductores ponían sus peluches mirando por el cristal, en plan "que todo el mundo vea este muñeco precioso en mi tablero y me admire por lo buen decorador que soy".
Y luego llegaron los sombreros de paja. De ala ancha, estilo pamela, modelo panamá, con publicidad... Si había un sombrero olvidado en algún armario y era de paja o al menos lo parecía, su lugar natural pasó a ser el tablero trasero del auto. Claro que, como todo no cabe, había que quitar los peluches y, para los más pasados de moda, incluso la caja de pañuelos.

A mí me gustaba, pero su generalización inmediata, casi promiscua, me hartó enseguida. Para el común de los mortales que sucumbió, imagino que fue doloroso tener que situar la margarita en donde siempre había estado la calcomanía del pueblo natal o ancestral, o del Che, o de Janis Joplin, o del toro de osborne.
Ahora también la margarita ha pasado de moda.... y yo me pregunto qué será lo próximo que despierte el sentimiento gregario de la población motorizada y hala, toooodos a decorar otra vez.
Les confieso que me estoy riendo, porque, puesta a poner cosas absurdas, pensé: "Ya sé ¿Por qué no el feng-shui del auto?", pero resulta que, aunque parezca mentira, una rápida comprobación en google demuestra que eso ya existe.
Claro que hasta que no se ponga de moda, es como si no existiera.
Está buenísima tu nota Carita!!
ResponderEliminarAhora aquí en Argentina están de moda calcomanías con integrantes de la familia por ejemplo un hombre una mujer, x cantidad de chicos, perros, gatos,etc.etc. los pegan a los costados de la patente
Ah, bueno! Entonces eso será lo próximo que veremos también por aquí...
ResponderEliminardale con feng-shui en el auto ommmmmm
ResponderEliminar