miércoles, 27 de junio de 2012

Bobby II

Les presento a mi disco portátil. 

Su función oficial es contener copia de seguridad de todo mi trabajo, pero él y yo sabemos que es mucho más que eso: él tiene siempre la versión última de todo, y en cambio los diversos ordenadores que pasan por su vida a lo largo de la semana apenas si logran ponerse el día cuando tienen la suerte de recibirlo.

Hace poco perdió protagonismo en favor de una aplicación que permite guardar los archivos en la nube. Él se limitó a aguantar calladamente la traición, con la tranquilidad que le daba el saber que me aporta algo que nadie más puede: pone a mi disposición la información sin necesidad de conexión a internet. Sus competidores pueden ser más eficientes si se dan las condiciones para ello, pero son gigantes con pies de barro.

Se empezó a descascarar al poco de comprarlo, seguramente porque intuía el traqueteo que le esperaba, siempre conmigo de campus en campus, de institución en institución, de país en país.

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