jueves, 20 de febrero de 2014

Yogur casero... ¡¡DE FÁCIL NADA!!

El año pasado intenté hacer yogur casero. No tengo yogurtera, así que la mano venía en plan desafío extremo.
NO SALIÓ.
Seguí investigando en internet y llegué a la conclusión de que era importantísimo controlar la temperatura de la leche porque si es demasiado alta se muere el fermento, o algo así. Me agencié un termómetro y volví a intentarlo.
NO SALIÓ.
Seguramente el problema era que no conseguía mantener la temperatura adecuada para la fermentación. Leí que existían varias opciones:  
1º) Horno a 50 grados, luego se apaga y se meten los yogures por 12 horas. 
Descartado: mi horno como a la media hora está mas frío que la puerta de la nevera. (Apunte mental: reflexionar sobre el papel de un horno que se comporta de esta manera).
2º) Meter los yogures en un recipiente de telgopor (porexpán). 
Descartado: el único que tengo es el que traía 1/4 de helado, así que apenas da para albergar un único yogur. Poco eficiente. Al menos hasta que consuma más helado.
3º) Termo.
Descartado: mi termo es de 1 litro. ¿Cómo saco yo un litro de yogur del termo para ir comiéndomelo?
4º) Nevera de playa.
Descartado: no tengo. Reconozco que sopesé la posibilidad de comprar una a estos efectos, pero llegados a eso, casi que mejor me compro la yogurtera, digo yo. ¿¿25 euros?? Descartado, descartado.
5º) Lavavajillas en un programa de menos de 50 grados.
DescartAJAJAAJJAA
6º) Olla a presión.
Ey... olla a presión... si resulta que tengo una... 
Lo intenté.
NO SALIÓ.
7º) Caja de cartón forrada con trapos y alojando una manta eléctrica.
Descartado. No tengo manta eléctric.... ¡PERO TENGO UNA BOLSA DE AGUA CALIENTE!

Vale, pero no pienso construir un invernadero de cartón para hacer cuatro yogures, que tampoco es que me vuelvan loca los lácteos.

Así que ayer hice una especie de mix tuneado de varias de las técnicas:

Calenté medio litro de leche desnatada (la que tenía) en el microondas un par de minutos y la dejé templar hasta que estuvo a 40 grados. Por otro lado, batí un yogur bifidus con ciruelas (el que tenía) con 4 cucharaditas colmadas de leche en polvo, y añadí esta mezcla a la leche. Lo mezclé todo bien y lo distribuí en envases de cristal (sólo dio para cuatro porque una parte de la mezcla decidió que ya estaba bien de experimentos y se lanzó al vacío). 
Puse los cuatro tarritos destapados en un molde de torta para horno, y éste dentro de una bolsa isotérmica del supermercado (a falta de nevera de playa). Metí la bolsa en el horno precalentado a 50 grados y apagado, y encima mi bolsa de agua caliente maravillosa recién rellenadita con agua hirviendo. 
A lo largo de 8 horas fui cada tanto a la cocina a tocar la puerta del horno, y cuando dejaba de estar tibiona lo encendía 10 segundos a 50 grados. 
Al final, ¡¡SALIÓ!! 
Los saqué, los tapé con film y a la nevera hasta esta mañana. Ricos ricos.
Eso sí, mis posibilidades de estar 8 horas pendiente de la temperatura del horno se podrán dar aproximadamente una vez cada dos o tres años, así que no sé yo si es como para festejar mucho el éxito del experimento.
PERO EL ORGULLO BIEN GRACIAS! :-)




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