Las tradiciones religiosas no constituyen una de mis obsesiones, pero el potaje me encanta... al menos el de mi suegra, que es el que he probado. Y como había que pensar en la comida de hoy, se me ocurrió, ahí donde me ven, probar a hacer potaje yo solita. Con un par.
Eso sí, no tenía bacalao ni espinacas, así que iba a ser un potaje sui generis. Y, cómo no, tenía que poder hacerlo en mi ollita mágica (Fussioncook), de la que hablaré aquí algún día porque está muy bien posicionada en el ranking de mis obsesiones.
Encontré una receta (original aquí), de la que suprimí el bacalao y tuneé en lo necesario, quedando como sigue:
Poner en la olla los garbanzos previamente puestos a remojo la noche anterior. Cortar en trocitos y echar una cebolla, un par de zanahorias, 4 o 5 dientes de ajo y 2 pimientos verdes italianos (o 1 normal). Añadir un cuarto de lata de tomate triturado (no tenía un tomate maduro), 2 hojas de laurel, 1 cucharadita de pimentón dulce y otra de comino, un caldito de verduras y una pizquita de pimienta negra. Echar un chorreón de aceite de oliva y dos medidas de agua. Programar menú "legumbres duras"y dejar despresurizar sola. Sacar un cucharón de garbanzos y parte del líquido, pasarlo por la batidora y vuelta a la olla. Rectificar de sal.
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Por cierto, para mí, siguen ganando los garbanzos de ella.
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