Google no se puede creer.... TODO está conectado. Es el verdadero Gran Hermano.
Ahora resulta que también tengo cuenta en Youtube!
Bueno, el caso es que llevo unos días experimentando con IMovie, y por fin terminé esta especie de resumen gráfico (muy muy muy resumido) de lo que vi en estos dos meses. Seguro que a mi hermano S. le parecerá absolutamente rudimentario, pero para ser la primera vez seguro que no está tan mal....
Hay que obsesionarse con las cosas; vivirlas con la máxima intensidad. Nada de tibiezas, nada de aburridos equilibrios. Eso sí, de modo sucesivo, porque la intensidad simultánea agota.
martes, 27 de marzo de 2012
El gallo de Barcelos
Los fines de semana en Oporto los dedico casi siempre al turismo. El sábado pasado conecté mi Tom Tom y lo programé para que me llevara a Barcelos. ¡Cómo no conocer la ciudad del famoso gallo que simboliza al país entero!
Además de las típicas figuritas y reproducciones en el soporte que se les ocurra, el gallo está en las calles. Aquí algunas muestras:
¿No conocen la leyenda? Les cuento:
Resulta que un peregrino gallego que se preparaba para salir de Barcelos rumbo a Santiago de Compostela, fue acusado de robarle la plata al terrateniente y condenado a morir en la horca. Su última voluntad fue que lo llevaran una vez más ante el juez, que en ese momento estaba a punto de comerse un gallo asado. El peregrino le dijo que, como prueba de su inocencia, el gallo se levantaría y cantaría. El juez no le creyó y echó el plato a un lado, pero mientras ahorcaban al peregrino, el gallo se puso a cantar. El juez corrió a la horca y descubrió que el peregrino se había salvado gracias a un nudo mal hecho.Además de las típicas figuritas y reproducciones en el soporte que se les ocurra, el gallo está en las calles. Aquí algunas muestras:
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Lo que la ciudad esconde (1)
Una amiga de aquí, la que me introdujo en el mundo de los blogs (seguramente no contaba con que me obsesionaría), colecciona en el suyo graffitis ingeniosos o sugerentes. Me lo dijo un día en que paseábamos por Coimbra, mientras se detenía a sacarle fotos a unas pintadas. Yo, al principio, no le vi la gracia, seguramente porque con lo distraída que soy ni me doy cuenta de lo que hay escrito a mi alrededor.
Pero ahora creo que es cuestión de práctica empezar a detectar lo que la ciudad esconde.
Mi cámara y yo
Llevo algunos días cuestionándome, pero solo un poquito, por qué no le hice caso a mi hermano S. y me compré una cámara fotográfica mejor, de esas que cuando te pasan las fotos decís: ¿por qué a mí no me salen nunca tan buenas?
Pero digo que el arrepentimiento es sólo un poquito, porque no me imagino cargando con el típico "bolsito de la cámara". Me gusta llevarla en la cartera como una cosa más, junto a la billetera, la manteca de cacao, los anteojos de sol...
En fin, que creo que mi obsesión tiene la cámara que se merece, ni más ni menos.
El caso es que hoy, volviendo a casa, me dio por la fotografía urbana.
Todo esto está en la Avenida de los Aliados, en Oporto.
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En fin, que creo que mi obsesión tiene la cámara que se merece, ni más ni menos.
El caso es que hoy, volviendo a casa, me dio por la fotografía urbana.
Todo esto está en la Avenida de los Aliados, en Oporto.
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lunes, 26 de marzo de 2012
Arte contemporáneo
En enero la gente suele hacerse una lista de nuevos propósitos para el año que comienza. A mí, en cambio, los inicios de año no me inspiran para comprometer mi tiempo a futuro, porque considero que cualquier momento es bueno para dejarse llevar por los impulsos. ¿Por qué limitarse a un mes al año para trazar la agenda? ¿Y por qué trazar agendas?
Pues bien, en las postrimerías de este mes de marzo, manifiesto que tengo muchas ganas de esforzarme por entender el arte contemporáneo. Es difícil, ya sé, y seguramente esta obsesión, como todas, pasará a mejor vida antes o después, incluso sin haber llegado a conseguir el objetivo.
Han sucedido cosas que me convencen de que vale la pena al menos intentarlo. La definitiva: mi visita de ayer al Museo Serralves, en Oporto.
Un día de sol, y familias enteras entrando al Museo para aprovechar los últimos días de exposición de las pinturas de Eduardo Batarda, y las Impresiones de Raymond Roussel. Cuando digo familias enteras, me refiero a que había niños; niños mirando fijamente una obra, mientras sus madres o sus padres les explicaban cosas que ojalá hubiera podido oír yo para entender mejor las piezas.
Si los niños captan el mensaje, es que el mensaje existe, así que estoy dispuesta a descubrirlo.
Si los niños captan el mensaje, es que el mensaje existe, así que estoy dispuesta a descubrirlo.
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Outra vez nao (Eduardo Batarda) |
domingo, 25 de marzo de 2012
Los distintos tonos de verde
Hace muchos años, mi tía me contó que a mi abuela solían llamarle la atención "los distintos tonos de verde" de la vegetación. No sé por qué, eso se me quedó grabado.
Casi no tengo recuerdos de ella, y jamás le oí decir esas palabras, pero, indirectamente, constituye una forma de remembranza muy vívida. Muchas veces me pasa que, en bosques y jardines, me acuerdo de mi abuela y de apreciar las tonalidades que ella, sin duda, habría señalado.
Hoy, en los jardines del Museo Serralves, mientras paseaba por sus senderos de aromas encendidos por el calor, volví a recordarla, perdiéndoseme la mirada entre los árboles.
viernes, 23 de marzo de 2012
Implicación
Obsesionarse implica implicarse, valga la redundancia. Yo me implico. Me implico siempre en todo lo que me importa.
Eso casi siempre me trae problemas, pero no sé ser de otro modo, no puedo permanecer al margen cuando creo que hay algo por hacer, una palabra importante por decir y que nadie está diciendo.
Las pocas veces que, atándome de pies y manos para no dar un paso adelante, he conseguido mantenerme en segundo plano, luego me he sentido fría, he sentido incluso que había traicionado no sé muy bien qué o a quién, supongo que a mi misma.
Más de una vez me quedé sola al final, pagando el precio de dar la cara en representación de otros que supieron contenerse a tiempo, eclipsarse cuando venían mal dadas, medirse un poco más... actuar más inteligentemente. Pero incluso en esos casos, incluso habiendo llegado a percibir cierta manipulación, no me arrepiento de mi manera de defender lo que creo que es justo y correcto en cada momento. Claro que me equivoco, me equivoco muchísimo y con frecuencia, porque la intensidad se lleva mal con la mesura y sin mesura no hay claridad de visión, ... pero mi vehemencia es hija de la transparencia. Sale bien de adentro, y por eso es pura.
A la gente le va mejor no posicionándose. Yo me posiciono y eso me coloca indefectiblemente de un lado u otro de la barrera, junto a unos y enfrentada a otros. No es nada inteligente, ya lo sé; pero debe estar grabado en mi código genético, porque es como soy. Y a estas alturas del partido, es evidente que no voy a cambiar.
Y es raro, porque a veces no puedo evitar actuar cobardemente. Las menos, pero ahí están...y cada vez pesan más.
La gente que me quiere, la que me quiere de verdad, me conoce y me acepta así, me quede del lado de la barrera que me quede.
A cambio, soy la mejor para tener de tu lado, porque si hace falta dar un paso adelante, lo doy, sin miedo y sin ponderar las consecuencias. Lo doy porque creo que es lo que debo hacer, a pesar de todo y de todos.
jueves, 22 de marzo de 2012
Bobby
Dos meses por delante en Oporto, con un frío para el que no estaba preparada. Gorro, guantes, bufanda, nada era suficiente para entrar en calor.
En la casa en la que me alojo sólo había radiadores eléctricos. Recolecté todos los que pude y los metí en mi cuarto, pero claro...no salía del cuarto así que la mano venía un poco claustrofóbica. Además, en la Universidad también tenía frío, y ahí no podía recolectar radiadores.
Esperé unos días, porque todos me decían que ese frío no era normal, ¡que lo había traído yo! Aguanté con los radiadores en mi cuarto y con el abrigo puesto en la Universidad. Aguanté, aguanté... hasta que un día, volviendo de comer, pasé por una especie de bazar y lo vi. Lo vi y me enamoré. Era el último que quedaba: pequeñito, amigable, me miraba como pidiéndome que lo llevara conmigo. Por 17 euros entró en mi vida Bobby, bautizado así por mi amiga Regina, porque, como si fuera un perrito que llevo de la correa, empezó a acompañarme a todas partes. De mi cuarto al baño, del baño a la cocina, de la cocina al salón, del salón a la Universidad y de la Universidad a casa. Cada día. Incluso ahora que el frío no aprieta, sigue haciéndome la vida más dulce cuando llego a casa.
He de decir que alguna reunión de trabajo en la Universidad se celebró en mi despacho a pedido de los otros profesores, porque ahí llevaba Bobby un buen rato calentando el ambiente. Si es que al final se ha hecho querer por todos.
"¡Bobby!, ¡vamos para la cocina que tengo que prepararme la cena, vamos!"
Portugal no seu prato
No se conoce realmente un lugar si no se habla con su gente y se prueban sus comidas típicas. Yo hice las dos cosas.
Café com leite e natas en el Majestic (Rua Santa Catarina, Porto) |
Ginjinha al final de una cena en la Rua do Carmo (Porto) |
Tripas a moda do Porto (perfectas para un día de frío) |
Cata de Porto Lágrima y Tawny (Vila Nova de Gaia) |
Pastelería en Coimbra. Todo king size |
Merengu(itos?) en Coimbra |
Aperitivos en Chez Lapin, en Ribeira (Porto) |
La famosa Francesinha, al borde del mar en Foz (Porto) |
Porto
Porto se adormila junto al Duero. Desde lo alto, sus magníficos edificios observan la batalla de la ciudad contra el tiempo. Y va ganando el tiempo..., pero su triunfo consigue acentuar todavía más el romanticismo que anida en las calles y jardines.
Porto es gris cuando el día es gris, y brilla cuando brilla el sol, en un intento de pasar desapercibida para recogerse mejor en su nostalgia.
Porto es una ciudad para estar sola, recorrerla y respirarla en silencio. Y, sobre todo, para sentarse en uno de sus apacibles rincones a pensar en volver, siempre volver a Porto.
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