Una amiga de aquí, la que me introdujo en el mundo de los blogs (seguramente no contaba con que me obsesionaría), colecciona en el suyo graffitis ingeniosos o sugerentes. Me lo dijo un día en que paseábamos por Coimbra, mientras se detenía a sacarle fotos a unas pintadas. Yo, al principio, no le vi la gracia, seguramente porque con lo distraída que soy ni me doy cuenta de lo que hay escrito a mi alrededor.
Pero ahora creo que es cuestión de práctica empezar a detectar lo que la ciudad esconde.
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