Eso casi siempre me trae problemas, pero no sé ser de otro modo, no puedo permanecer al margen cuando creo que hay algo por hacer, una palabra importante por decir y que nadie está diciendo.
Las pocas veces que, atándome de pies y manos para no dar un paso adelante, he conseguido mantenerme en segundo plano, luego me he sentido fría, he sentido incluso que había traicionado no sé muy bien qué o a quién, supongo que a mi misma.
Más de una vez me quedé sola al final, pagando el precio de dar la cara en representación de otros que supieron contenerse a tiempo, eclipsarse cuando venían mal dadas, medirse un poco más... actuar más inteligentemente. Pero incluso en esos casos, incluso habiendo llegado a percibir cierta manipulación, no me arrepiento de mi manera de defender lo que creo que es justo y correcto en cada momento. Claro que me equivoco, me equivoco muchísimo y con frecuencia, porque la intensidad se lleva mal con la mesura y sin mesura no hay claridad de visión, ... pero mi vehemencia es hija de la transparencia. Sale bien de adentro, y por eso es pura.
A la gente le va mejor no posicionándose. Yo me posiciono y eso me coloca indefectiblemente de un lado u otro de la barrera, junto a unos y enfrentada a otros. No es nada inteligente, ya lo sé; pero debe estar grabado en mi código genético, porque es como soy. Y a estas alturas del partido, es evidente que no voy a cambiar.
Y es raro, porque a veces no puedo evitar actuar cobardemente. Las menos, pero ahí están...y cada vez pesan más.
La gente que me quiere, la que me quiere de verdad, me conoce y me acepta así, me quede del lado de la barrera que me quede.
A cambio, soy la mejor para tener de tu lado, porque si hace falta dar un paso adelante, lo doy, sin miedo y sin ponderar las consecuencias. Lo doy porque creo que es lo que debo hacer, a pesar de todo y de todos.
Qué lindo leerte hija!!!
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