viernes, 23 de marzo de 2012

Implicación

Obsesionarse implica implicarse, valga la redundancia. Yo me implico. Me implico siempre en todo lo que me importa.
Eso casi siempre me trae problemas, pero no sé ser de otro modo, no puedo permanecer al margen cuando creo que hay algo por hacer, una palabra importante por decir y que nadie está diciendo. 
Las pocas veces que, atándome de pies y manos para no dar un paso adelante, he conseguido mantenerme en segundo plano, luego me he sentido fría, he sentido incluso que había traicionado no sé muy bien qué o a quién, supongo que a mi misma.
A la gente le va mejor no posicionándose. Yo me posiciono y eso me coloca indefectiblemente de un lado u otro de la barrera, junto a unos y enfrentada a otros. No es nada inteligente, ya lo sé; pero debe estar grabado en mi código genético, porque es como soy. Y a estas alturas del partido, es evidente que no voy a cambiar.
Y es raro, porque a veces no puedo evitar actuar cobardemente. Las menos, pero ahí están...y cada vez pesan más.
La gente que me quiere, la que me quiere de verdad, me conoce y me acepta así, me quede del lado de la barrera que me quede. 
A cambio, soy la mejor para tener de tu lado, porque si hace falta dar un paso adelante, lo doy, sin miedo y sin ponderar las consecuencias. Lo doy porque creo que es lo que debo hacer, a pesar de todo y de todos. 
Más de una vez me quedé sola al final, pagando el precio de dar la cara en representación de otros que supieron contenerse a tiempo, eclipsarse cuando venían mal dadas, medirse un poco más... actuar más inteligentemente. Pero incluso en esos casos, incluso habiendo llegado a percibir cierta manipulación, no me arrepiento de mi manera de defender lo que creo que es justo y correcto en cada momento. Claro que me equivoco, me equivoco muchísimo y con frecuencia, porque la intensidad se lleva mal con la mesura y sin mesura no hay claridad de visión, ... pero mi vehemencia es hija de la transparencia. Sale bien de adentro, y por eso es pura.

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