jueves, 22 de marzo de 2012

Porto

Portugal tiene algo decadente y encantador, que se vive especialmente en Oporto. Su casco antiguo esconde casas y palacetes abandonados. No se abandonan sin más: se ciegan ventanas y se tapian puertas. Algunos incluso se vacían de techos y pisos por dentro, adelgazándose hasta convertirse en meras fachadas. Las casas enmudecen y se dejan arrastrar por el tiempo, a la espera de épocas mejores...porque saben que algún día serán rescatadas del olvido y serán desenmascarados sus colores, su alma.

Porto se adormila junto al Duero. Desde lo alto, sus magníficos edificios observan la batalla de la ciudad contra el tiempo. Y va ganando el tiempo..., pero su triunfo consigue acentuar todavía más el romanticismo que anida en las calles y jardines.

Porto es gris cuando el día es gris, y brilla cuando brilla el sol, en un intento de pasar desapercibida para recogerse mejor en su nostalgia.

Porto es una ciudad para estar sola, recorrerla y respirarla en silencio. Y, sobre todo, para sentarse en uno de sus apacibles rincones a pensar en volver, siempre volver a Porto.

1 comentario:

  1. Es admirable lo bien que escribis Carita..me encanta leerte
    Besito enorme

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